Queride:

Si la última vez te escribía desde ese momento de relax liminal que es el final de agosto, esta vez es todo lo contrario. El curso ha empezado, la maquinaria de La Vida se ha puesto en marcha y ha cogido velocidad y ya todo va demasiado rápido y no hay tiempo para nada, de ahí también que me haya costado todo este tiempo volver a escribir. Procedo a contarte, entonces, lo que he estado escuchando estos días, mayoritariamente en metros abarrotados o mientras andaba rápido hacia sitios a los que llegaba tarde:

He estado volviendo1 al disco de caroline, ahora que han anunciado concierto en Madrid2 y creo que es muy posible que sea de mis favoritos del año. caroline son un grupo que da ganas de hacer música, y al que se le da muy bien transmitir ideas a través del sonido, sin que las letras den mucha pista (algunas, como la de When I get home, sí habitan un espacio emocional muy claro, pero la mayoría son retazos descontextualizados).

Sus canciones se mueven a trozos: empiezan y acaban y vuelven a empezar y de repente entra un viento, o una voz nueva, o la misma voz con autotune, o un sample. No es casualidad que la frase que se repite durante todo el disco sea “now I know your mind”: da la sensación de que las canciones están construidas telepáticamente, como si cada miembro se pusiese a probar una cosa distinta y a través de algún tipo de armonía tácita funcionase con el resto de las partes. Esto, combinado con una producción muy deliberada, en la que a menudo las voces te susurran en el oído o el audio se rompe como si estuviera demasiado cerca del micrófono, le otorga a todo una sensación como de cuando te echas una siesta en verano mientras la gente habla a tu alrededor, y esas voces no resultan molestas sino que componen el ritmo de fondo a través del que llegas al sueño.

Me alegro mucho, además, de que sea un grupo con un millón de miembros en el escenario, con sus cuerdas y sus vientos y todo el rollo, y que sean ultrasinceros: suenan al futuro, pero a un buen futuro, en el que los lazos se estrechan y las comunidades se reconstruyen, y en el que Broken Social Scene siguen teniendo en 2025 la relevancia que parecía que iban a tener en 2010.

No sé qué cualidad tiene la frase que da título a esta canción, ese “te tragaste el chicle/comparando cicatrices”, que lleva repitiéndose en bucle en mi cabeza desde la primera vez que la escuché. Ni siquiera entiendo muy bien a qué se refiere, y esa es un poco la virtud de esta canción: es una especie de baladón épico roquero deconstruido, con la forma de algo que más o menos reconoces pero añadiendo un grado de extrañamiento difícil de definir.

Entiendo cómo frases como “y cuando ya no quiera correr/sé que no me van a perseguir” se prestan a la grandilocuencia, y tanto la frase en sí como la manera de Mabe Fratti de desgañitarse con ella tienen sentido con el acompañamiento de punteos de guitarra horteras y breaks de batería con el reverb al 1000, pero no sería capaz de decir qué relación tienen con que hayan encontrado al Mesías en el lado más perverso de la tecnología o con un cuarto lleno de monos con pistola. Incluso abstrayéndonos de la letra, si bien los elementos instrumentales, cada uno por su lado, son familiares, hay un minimalismo en la producción, muy espaciosa y más bien parca, y una falta de una estructura más coherente, que los extraña también. Es un poco el equivalente musical del “nombra una cosa en esta imagen”, con un poder hipnótico similar.

En la primera newsletter mencioné esta escena de gente muy joven y con muchas ganas que se está fraguando en Oviedo, y aquí tenemos uno de sus primeros frutos: un EP que suena a que lo grabaron en el cassette más roñoso que encontraron (lo digo como algo bueno) pero con una inmediatez y una crudeza imposibles de falsear.

Esta canción empieza casi igual que una de Pavement3, pero conforme avanza sustituye el pasotismo slacker de aquellos por la melancolía y frustración que solo puede generar una ciudad agradable pero aburrida del norte, referencias al callejero local incluidas4. También tenemos estribillos coreables, unas cuantas consignas memorables en la letra (véase el título de esta carta), y hasta un solo de guitarra. Nunca pensé que me alegraría de escuchar un solo de guitarra, pero aquí estamos. A veces uno solo necesita escuchar un grupo estatal de rock de chavales jóvenes que no suene a audición para Sonido Muchacho.

Si pensabas que estabas leyendo la única newsletter sobre música escrita por un hombre heterosexual de menos de 45 años en otoño de 2025 que no iba a hablar sobre Geese, tengo malas noticias para ti.

No siempre he estado en el bando de Geese: después de un primer disco que me gustó pero tampoco escuché más de tres veces, su giro en el segundo hacia el pastiche de los Rolling Stones medio irónico medio no me dejó con un cuerpo un poco raro, y el disco en solitario de Cameron Winter que lo(s) acabó de lanzar a la fama nunca me ha gustado tanto como querría, y mira que lo intenté5. Con este Getting Killed me alegra decir que sí conecté desde el principio, y hasta hace que me gusten un poco más retrospectivamente los anteriores. No solo les veo más cómodos y más asentados en un sonido consistente, sino que se trata de un disco muy inteligentemente montado, de maneras que ejemplifica muy bien esta canción, la última del álbum.

La secuenciación de Getting Killed es curiosa: las dos mejores canciones (a mi parecer, vaya, pero reforzado porque una de ellas fue un single) están al final del disco, contrariamente a la lógica habitual de cargar los hits en la primera mitad, que es la que escucha la gente. Esta estructura lo que hace es darle una inercia narrativa al disco, que va cogiendo carrerilla hacia el clímax de Taxes y esta Long Island City Here I Come. ¡Pero aún hay más! La propia canción funciona como un microcosmos de esto mismo. Después de un disco caótico, en el que gran parte de la gracia es cómo cada instrumento parece tirar hacia un sitio distinto, estando siempre a punto de romper cada canción pero sin llegar a hacerlo del todo, aquí todos van al mismo sitio, con una energía propulsiva que los encamina a un mismo lugar: la Long Island City de la letra6, que se presenta como una especie de Más Allá sincrético y americanizado, como de tall tale o de letra de un blues. Y qué divertido y qué afinado acabar un disco (un disco como este, además, de consagración) con la frase “no tengo ni idea de adónde voy, [pero] allá voy”.

¡Fui a conciertos!

·En septiembre vi a Florist en la Maravillas. Les había visto ya el año pasado en el Teatro del Canal, en un concierto con banda completa, pero me sorprendió comprobar que el entorno de la Maravillas, con el grupo en formato dúo, fue más efectivo y sobre todo más emocionante. La pequeñez de la sala, con el grupo prácticamente a la misma altura que el público, propició el ambiente íntimo en el que mejor funciona su música, como elles mismes mencionaron un par de veces durante el concierto, haciendo énfasis en lo especial que era que estuviésemos compartiendo ese momento de vulnerabilidad. Sospecho que si fueran de aquí y les conociera más en persona me parecerían pijes new age un poco insoportables, pero me quedan lo suficientemente lejos como para poder comprarles el discurso.

Al salir pudimos acercarnos a hablar un poquito con elles, y me alegra informar de que son gente majísima y hasta tuve la oportunidad de ponerme un poco intenso sin que la cosa se volviera rara mientras Emily me firmaba el disco.

Firma perfecta

·También estuve en el concierto del aniversario del 69 Love Songs de los Magnetic Fields. Iba con un poco de aprensión, temiéndome que fuera a ser lo más parecido a un concierto Candlelight para viejos indies, pero nada más lejos: ellos parecían estar pasándoselo muy bien (hasta vi a Stephin Merritt reírse un par de veces, cosa que no pensaba que pudiera pasar nunca), y encontraron la manera de que incluso las canciones más desechables o aparatosas del disco tuvieran algún detalle divertido, con interpretaciones juguetonas y teatrales. Me sorprendió encontrarme emocionándome más de la cuenta con My Only Friend, que si bien siempre me ha gustado no era necesariamente de mis favoritas, y eso me hizo pensar en uno de mis poemas favoritos de Frank O’Hara, The Day That Lady Died, y lo guay que es que la existencia de Billie Holiday haya dado lugar a dos obras derivadas tan bonitas.

·Por último, fui a la presentación del vinilo de Radio Coral, de la artista y amiga Cabiria, que incluyó un breve set instrumental con excelentes ruiditos oceánicos, y una firma con excelentes dibujos oceánicos también. Aprovecho esta limitadísima plataforma para pedir que streameen Cabiria y, sobre todo, que le exijan un disco de ambient.

Todos los discos deberían incluir pegatinas de la cara de la artista expresando diferentes emociones, opino.

Acabo de escribir esto en la víspera de una semana bastante ajetreada pero que por suerte vendrá seguida de unas vacaciones reparadoras. Tendrás más noticias de mí en no mucho, espero. Mientras tanto, ánimo con los anocheceres prematuros, los cielos grises y la maldición sisífea del trabajo asalariado.

¡Hablamos pronto!

1 Odio pensar en esto como “volver” a un disco cuando hace cinco meses que salió, qué horror el presentismo este.

2 Anunciado para abril de 2026, en concreto. Otro tema para otro día es la antelación loquísima con la que se anuncian conciertos ahora.

3 No recuerdo exactamente cuál y me niego a buscarlo.

4 En mi opinión un elemento importantísimo del rock embajonado de provincias, como demuestran Cuchillo de Fuego y Autoescuela.

5 Mi reacción cuando a gran parte de mi entorno le gusta algo y a mí no suele ser sentir que hay algo que no estoy entendiendo e intentar por todos los medios pillarlo, que supongo que es un poco más sano que pensar que todo el mundo es tonto menos yo pero menos sano que simplemente vivir mi vida tranquilo como una persona normal.

6 No me he querido detener mucho en la letra porque me parece un elemento sobreanalizado en el grupo, pero me gusta mucho la idea de celarte de Juana de Arco por hablar con Dios, y que ella te intente consolar diciendo que lo que pasa es que Dios tiene muchos amigos y seguro que se le ha olvidado tu cara.

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